martes, 20 de junio de 2017









 Restaurante La Parada, Calle Explanada de la Estación, 4, 29002 Málaga,

Medusa con pepino y cilantro

 tlf. 952 33 56 08.


          En una ocasión, cenando en la terraza de este restaurante, escuché como un señor, en compañía, mientras miraban la carta, decía
 - ¡ Pero si lo que quiero es "un chino normal, un chino normal... ! "-     A los pocos minutos se marcharon, porque desde luego este no es "un chino normal".
          Y aunque no comparto los gustos de este señor no puedo quitarle la razón, frente a la puerta principal de la Estación Maria Zambrano, al otro lado de la avenida, podemos encontrar el restaurante La Parada y como en sus rótulos anuncia se sirve "comida casera oriental". Si lo único que se desea es arroz tres delicias, rollito primavera o cerdo agridulce, este no es el lugar, entre otras cosas porque esa no es la verdadera comida que se come en China o al menos, sin duda, no es la única.

                                 Cuando los explotados y maltratados trabajadores de origen chino concluyeron la construcción de las primeras lineas férreas del lado occidental de E.E.U.U. en el siglo XIX, muchos no encontraron otro modo de ganarse la vida que servir comida a los estadounidense. Por desgracia, su gastronomía original resultó incompatible con el nuevo país, primero por carecer de los ingredientes habituales y segundo y mas importante por no ser del agrado de la población de origen europeo que acostumbraba a comer en la calle. Ante la ruina de sus negocios optaron por adaptar sus recetas e ingredientes a los gusto del lugar, el resultado fue comida americana con una pátina oriental que resultaba exótica a sus clientes sin provocar extrañeza o desagrado. Por ejemplo las galletitas de la fortuna, tan famosas en el cine de Hollywood, son originarias de Japón y popularizadas en América, sirva como ejemplo.
                             Idéntica historia es lo ocurrido con la Chifa que nació del mestizaje de la cocina china y el gusto peruano, en similares circunstancias, cuando los mineros chinos  buscaban nuevas soluciones de vida.
Mollejas con verduras
              El menú de La Parada no adolece de este sincretismo y ofrece a los cazadores de sabores  la oportunidad de acceder a platos que podríamos encontrar en cualquier ciudad del centro de la Gran China, y lo digo con conocimiento de causa pues pude visitar el país cuando todavía no era un destino turístico habitual allá por el final de 1999, a pocos días del ya olvidado Efecto 2000. Como allí, los ingredientes pueden sorprender al no iniciado, como la medusa, el loto, los condimentos poco o nada usados en la cocina europea como el anís estrellado, la pimienta de Sichuan o el vino rojo de sorgo. Especial mención a la múltiple casquería que haría las delicias de cualquier manchego y sin olvidar las muy generosas sopas especiadas.
Callos
                Los precios son razonables, la carta es amplia y dispone de terraza, tan de agradecer en las noches de verano y el soleado invierno malagueño, nada tan oriental como comer en la calle.
                Cuando busquemos sabores reales y no la experiencia fílmica americana, fijémonos si entre su clientela encontramos a oriundos de la cultura que dicen representar, y este lugar lo cumple, esa es la mejor referencia, como encontrar camioneros en un restaurante de carretera.
Berenjenas agridulces
                   Otro curioso detalle es que los propietarios del local son una familia chino-española, contrasta su purismo gastronómico con su sincretismo cultural, me parece encantador ser atendido por las hijas de los dueños con claros rasgos orientales hablando en un perfecto acento malagueño, lo que nos brinda la oportunidad de poder charlar sobre los platos, ingredientes u otros aspectos de la cultura china, cosa harto difícil en "un chino normal", pues muy a menudo los primeros trabajos de los inmigrantes chinos son estos locales y el idioma es todavía para ellos un obstáculo en el trato con el cliente.
                 Se agradece la simpleza en la decoración y una buena higiene, detalles que demasiadas veces no encontramos en otros supuestos restaurantes chinos, que parecen sacados de algún rincón olvidado de la Ciudad Prohibida.

              Para terminar, quiero recomendar este lugar auténtico, simpático y agradable, sabiendo que nunca estará abarrotado de españoles, a veces si de chinos, donde los que gustamos de recorrer el mundo a lomos de un tenedor, o unos palillos, estaremos en nuestra salsa.

"la cuenta"





        

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